Bienaventurados los que mueren en el Señor.
¿Podemos aplicar estas afirmaciones a la muerte de Joaquín Masmitjá? Nos autoriza este pensamiento, su santa vida tejida y matizada de virtudes, sus obras de caridad y celo por la gloria de Dios y salvación y santificación de las almas.
Era 21 de junio de 1886, y al subir las escaleras de nuestra casa, le sobrevino un desvanecimiento y cayó de espaldas, recibiendo en su caída una herida en la cabeza, reconociéndose, desde luego, ser muy grave. Acentuándose la gravedad, el 5 de julio, le fue administrado el Santísimo Viático, por el Dr. Font, Vicario General del Sr. Obispo y Canónigo de la Catedral, con la solemnidad acostumbrada por el Cabildo; y el 26 de agosto del referido año, casi sin agonía, llegó plácida y tranquilamente su pascua, a los 77 años de edad.Goza de la visión beatífica, goza de la posesión de Dios, en cuyas alentadoras esperanzas se apoyaba con firmeza inquebrantable; goza de la Bondad infinita; goza en la inmensidad del gozo inefable del Señor; goza y canta por toda la eternidad las Misericordias del Señor a quien sirvió en la tierra; goza de las ternuras del Corazón de María, cuya devoción propagó.
Hoy nos unimos todas para celebrar el 136 aniversario de su pascua, convencidas que sigue junto a nosotras como lo hizo siempre. Que sigue cuidando a su Congregación y quiere que sigamos con espíritu abierto, con esperanza y alegría, comunicando el amor de todo su Legado con nuestra vida.
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