Queridas hermanas
Al estar concluyendo este XXI Capitulo General, de corazón les digo a todas:
Muchas Gracias!
Moltes Gràcies!
Thank very much
Qué grandes mujeres somos y cuánta riqueza nos habita cuando damos paso a las manifestaciones del Espíritu Santo, que ha ido soplando en el corazón de esta Asamblea Capitular y que hemos recreado en este tiempo pascual con el relato del Libro de los Hechos, revelando para nosotras su presencia en las primeras comunidades, recordándonos así que su espacio predilecto es en la comunidad “El Espíritu Santo y nosotras hemos buscado, escuchado, decidido”.
Con ese impulso convencido y moderado, sin euforias ni pesimismos, pues, hermanas nos hemos propuesto una tarea inmensamente desafiante y en cada propuesta nos hemos dado un respaldo unánime, entonces así tenemos que volver a nuestras comunidades, con una docilidad y disposición admirable, como dignas Hijas de Joaquim Masmitjá.
Démonos UNA ENHORABUENA como comunidad capitular porque con tareas tan dialogadas, consensuadas y aplaudidas aporta una fuerza inmensa donde una vez más tiene cabida: “A la Asamblea Capitular y a nosotras nos ha parecido bien…” Y el Señor nos ayudará a confirmar lo aquí hemos trabajado y “todo sea para mayor gloria de Dios” como nos continua diciendo hoy nuestro Padre Fundador.
Nos asiste la convicción que pondremos lo mejor de nosotras para “realizar esas cosas mayores” Jn 1,50 que Jesús le dice a su comunidad de discípulos y discípulas…y a la vez nos hacemos conscientes que en este contexto de expresiones diversas de vulnerabilidad, aquí hemos decidido darnos una tarea ardua, valiente, esperanzadora y una desafiante misión que tendrá que estar animada por el diálogo, la escucha, la disposición de corazón ante un camino de inevitables desarraigos, provocado por ese movimiento interior seductor y doloroso para discernir y decidir de aquí hacia adelante lo que nos hemos trazado: qué dejar ir, para poder dejar venir y quizás aquí será muchas veces necesario dejar entrar a Juan en nuestras vidas: “es necesario que yo disminuya para que El crezca” es necesario que yo… que mi comunidad, deje ir…para que crezca ese bien mayor que es el cuerpo congregacional.
Y es preciso estar convencidas que “una nueva reorganización es posible” y lo será si, con humildad hacemos nuestras las palabras del Salmo 127,1
“Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles…”
Si el Señor no construye la casa en vano, un Gobierno General planifica…y en vano nos hemos reunido…
Ojalá podamos decir: “Es el Señor quien lo ha hecho y nuestros ojos se maravillan”.
Hermanas hemos vivido una nueva aventura espiritual, creativa, audaz, innovadora. De corazón deseo y las invito a llevarnos en este viaje la carta de navegación que nos hemos diseñado. Poder incluir en el equipaje para cuando haya que volver a estos días a beber de este encuentro, puedan trasmitir el dinamismo presente en esta aventura espiritual y que fue Dios quien fue poniendo su sabor en este camino lleno de rostros.
Ese rostro de nuestras hermanas que nos acompañaban desde las comunidades, en ellas Dios nos fue encontrando, hablando, sorprendiendo, humanizando un poquito más.
Una aventura vivida en tiempo presente por la realidad que nos asiste y que aquí trajimos, motivadora, porque el tiempo es para nosotras horizonte y porvenir.
El tiempo es de Dios y es Él quien nos acompañará en este camino de reorganización de las comunidades.
Una aventura vivida en alegría por sentirnos hermanas y por ser hermanas, por ser familia convencida de pertenecer y a la vez familia necesitada unas de otras, no porque no nos queda otra, sino porque nos amamos.
Una aventura desafiante porque nos dice que el camino continua y hay tarea, y motivación, hay riesgo y baches, hay obstáculos y resistencias, hay un camino que es invitación a vivirlo.
Porque es verdad que en todo camino y aventura: “son las contradicciones que purifican la obra”, porque si en un camino todo estuviese dado ya no necesitaríamos de Dios y eso sí, en nosotras sería mucho más terrible que cualquier final.
La aventura espiritual continua porque hoy el corazón nos arde y queremos que nos arda mientras vayamos avanzando
Nos embarcamos con la convicción y el gozo de mujeres discípulas que queremos reconocer a Jesús en la acogida a las hermanas y en el compartir el pan en nuestras mesas, mujeres que no se conforman con estar bien porque no les falta nada, sino mujeres inquietas y solidarias que viven despiertas porque en la calle esta Dios que sufre y nos interpela en nuestras seguridades.
Continuamos la andadura, seremos señal de esperanza dentro y fuera y nos vamos con la misión de hacer de la vulnerabilidad una oportunidad para abrazar la humanidad herida, como mujeres que viven la fraternidad desde comunidades hogar y comunión, hagamos posible, concretemos desde el amor lo que el mundo espera de nosotras.Los años en nosotras son una bendición, están cargados de don y estamos vivas. Años, también con otras cosas, pero quedémonos con la sabiduría acompañando y acompañándonos, abriendo siempre la puerta a la dignidad, sí, hasta el último minuto de Vida hagamos de la dignidad nuestra hermana. La ciencia y la medicina nos permiten vivir más y para vivir bien el envejecimiento, necesitamos esa fuerza interior y compasión para acompañar y descubrir al Dios compasivo en el deterioro cognitivo y en el avance del Alzheimer que habita nuestras casas, en todo ello nos espera Dios que siempre viene para “hacer nuevas todas las cosas”. Is. 43,19
Lo que hemos realizado en este Capítulo, María ya lo ha acogido en su corazón, sí, porque en el corazón de Ella, late la humanidad y a todas nosotras el Padre Joaquín Masmitjá, ya está bendiciendo nuestro trabajo.
Las hermanas Fradera seguirán acompañándonos y ya también, nuestras tareas, están en la oración de todas las Misioneras Corazón de María que han marchado a la casa del Padre
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