María
ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por
su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.
María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó
con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede
comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y
de la Tierra.
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