martes, 21 de octubre de 2014

MIRANDO HACIA EL FUTURO

 

Necesitamos lucidez y audacia para descubrir  los signos del Espíritu y acoger con generosidad las iniciativas y creatividad de quienes se atreven a proponer  nuevas respuestas a las urgencias de  nuestro tiempo. Precisamos de valentía también de mucha generosidad para transitar caminos de hoy. Las hermanas esperan en Dios, pero, también, esperan de nosotras nuevas estrategias y respuestas generadoras de vida que alienten la esperanza y no apaguen las ilusiones.
La voluntad que todas pongamos en estos días nos ayudará a ofrecer lo mejor de nosotras mismas, descubriendo la riqueza de cada hermana en la Congregación, sintiéndonos favorecidas con los dones que cada una aporta. Sin duda, Jesucristo se hace palpable, encarnado, en cada ser. Que sepamos descubrirlo la una en la otra para ofrecerlo  simbólicamente al mundo, desde esa vitalidad y ternura que a cada una le habita.
Contamos con muchas hermanas que oran por nosotras. Contamos con la sencillez y audacia de nuestras Mártires y Beatas, Carmen, Rosa y Magdalena; contamos con las palabras siempre oportunas que contagian ánimo, valentía y compromiso de nuestro Fundador. Palabras cargadas de vida y que hacen eco en toda circunstancia como por ejemplo: “Estoy contento con el buen Espíritu de mis hijas” o “Déjense de temores: alegría y franqueza y trabajando siempre para la gloria de Dios”.
Que María nos haga experimentar la alegría propia de nuestra identidad misionera. Que junto a Ella, en estos días, meditemos la Palabra, sintamos el gozo de entonar juntas el Magníficat, el canto de las personas agradecidas y de las que miran hacia delante    

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