Muy queridas hermanas:
Con cariño les saludamos en la
festividad del Corazón de María. Acerquemos los anhelos de nuestra alma a su
corazón abierto, acogedor, generoso. Con ella, es más fácil familiarizar los
latidos del corazón al ritmo del Espíritu.
Escuchar con el corazón, hace que todo
lo rutinario, adquiera un nuevo sentido; hace posible reconocer el paso de Dios
en aquello que nos parece insignificante; nos empuja a salir de nosotras mismas
y nos abre la mirada para degustar lo sagrado de la vida cotidiana.
Escuchar con el corazón nos moviliza a
dar y darnos, a descubrir, reconocer,
valorar el servicio que estamos llamadas a desempeñar hoy en la comunidad, en
la Congregación y en colaboración efectiva con nuestra humanidad dolida,
golpeada, herida… Como buscadoras del bien generemos, en el camino, la fuerza
alternativa ante la práctica arrogante y abusiva de los poderosos de este
mundo, liberando las mejores de nuestras energías al servicio del evangelio.
Escuchar con el corazón nos hace valorar
la comunidad. Ella nos ayuda a pasar los malos tragos de la vida, nos arrastra
en su caudal de vida y limitaciones y nos mueve cuando no podemos valernos por
nosotras mismas. Ella resiste nuestras amarguras y sostiene nuestras alegrías. “Con la mano en el corazón” reconozcamos
que es en la comunidad donde es vestida nuestra desnudez, enjugada nuestra
humedad, saciada nuestra hambre, consoladas nuestras lagrimas y afirmadas
nuestras realizaciones.
Escuchar con el corazón es reconocer que
el Dios que nos crea, sigue derramando amor sobre nosotras, pues Él todos los
días nos bendice, ¡creámoslo!
Que Yahvé te
bendiga y te guarde;
que ilumine Yahvé su rostro sobre
ti y te sea propicio;
que Yahvé te muestre su rostro y
te conceda la paz. Num. 6,24
Feliz Fiesta en el
Corazón de María, nuestra Madre.
Con
un corazón abierto a la esperanza, las abrazamos y bendecimos.
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